Mis viajes a Londres son
un vuelo emborrachado con licor
y un aterrizaje previo al taxi
que me lleva al hotel Más Emoción.
Compras y más compras y recompras
y una resta imparable en la tarjeta
hasta el día de subir a otro avión.
Paseos y más paseos mojando
la lluvia otoñal mi pelo estirado
que salpica a mi inseparable.
Yo y él, él y yo, sólo nosotros
en el Londres de calles pobladas
por el iris de la población.
Aquí todavía no me aplauden,
pero me sigo sintiendo mujer diva
cuando las miradas me interrogan.
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EL BLOG DE LOS BANNERS VENDOMUCHO