Descubrió a la otra y pensó
que su mundo estaba acabado.
Se sentía la mujer fracaso,
un cero que suma equivocación.
Ella, la mujer resuelta,
con aires de Diosa mundana
había caído en el peor engaño.
Ella, la mujer que volaba
sobre los pecados ajenos
tenía en su casa a un pecador.
Miró el anillo y se lo quitó,
contempló el nombre
del hombre traición
y ya nada sintió.
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