Cogió el papel de regalo
y lo enrolló en la escoba
dejándolo como tres faldas
con los vuelos vaporosos.
Aquel sería su abeto
sin regalos a sus pies:
tres hojas que no tenían
oro, mirra ni perfume
de un incienso huele bien.
eran igual que las caras
que vivían sus vecinos,
los propietarios del cuarto.