Habían sido unas vacaciones
de nieve y estufas nevadas,
noches de cenas interminables,
los desayunos siempre en la cama
y las comidas con las cuñadas.
Regresaban más maquilladas
para estrenar un nuevo año
que prometía navajas largas.
Ahora empezaban las guerras
después de los buenos deseos
mojados en el cava helado.
Disparó sus flechas envenenadas
con el frío odio de sus ojos
y se sintió otra vez la mejor.
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