Era el enemigo que quedaba
en una casa libre de ratas:
el hombre-lobo, el desconocido
de la fotografía del salón-sala.
Era una plaga venenosa
de hombres en el multiplicado.
Reía, lloraba, caía, saltaba,
bailaba, comía, bebía,
derrochaba su santa paciencia...
Se dejó llevar por el enemigo
de múltiples abrazos sentidos
y con el mismo beso vampiro.
---------------------------