La dejó por lo conocido
y dejó con ella
una tentación
de sábanas largas
bajo el edredón.
Regresó sumiso
a las noches de cenas
en mesa familiar,
tardes de partido,
domingos de misa,
unas vacaciones
siempre en Benidorm.
Ella quedó recordando
aquellos regalos
que pusieron oto
en su piel melocotón.
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