La esposa abrió la puerta
y cayó el cuadro al suelo
del marido con la otra,
una dulce compañera.
Le salieron por la boca
los colmillos de los dientes
hasta morder con veneno
a la dulce ninfa verde.
No se asustó el esposo
al ver un volcán ardiendo
en el hogar de la cuna
donde una niña escuchaba
las nanas de una abuela.
La esposa se arrancó
los cuernos de la cabeza
aquella noche con otro
lejos de nanas de abuelas.
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