El osito de peluche,
los bombones y las flores
quedaron en el recuerdo
de los días de ilusiones.
Fue una semana entera
alejada de su esposo
y soñó que nunca había
dicho sí quiero al hombre
padre de cinco retoños.
Olvidó en otros brazos
las cadenas y los lloros
de los hijos que no quiso
cuando Dios fecha les puso.
Los regalos le caían
dulces como los turrones:
un osito que besó,
los bombones que comió,
las flores que disfrutó
mirando en cada pétalo
un sí después de un no.
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