Me dejas...
Te dejo...
Empiezo a volar con mis alas
sobre la mansión helada
y subo, y olvido, y te olvido.
Voy dejando los recuerdos perdidos
en mi camino abierto a manotazos.
Pero existes.
Aún estás.
Aterrizo sobre los zapatos blancos
que recorrieron un día llevando
el peso del sí a los altares.
Es distinto.
Totalmente distinto.
Ahora la distancia es un muro
y el muro sólo son ladrillos.
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