Se multiplicó en hijos,
se restó en apariencia,
dejó olvidados los días
de vino y de lentejas.
Llegaron días con noches
abiertas al desconsuelo
de los niños que no duermen
aunque les cuentes un cuento.
Vinieron noches con días
abiertos al yo no puedo
con media docena larga
de mamá que gritan estos.
Un día dejó la casa,
al marido y herederos,
tomó un tren a París
y olvidó sus quehaceres.
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