Venías por la mañana,
volvías cuando era noche.
Me tentabas y sabías
que era débil y hermosa.
Quise dejar el asiento
a una mujer más joven
y viniste a sentarte
a mi lado, orgulloso.
Llegó el otoño un día
y aún estabas próximo
a mi agenda de los días
cercanos a la locura.
Empecé a olvidarte
con la vejez en tu rostro
cuando había juventud
viva en mi piel hermosa.
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