Era como un cuento no escrito
y yo soñaba delante del cristal
que mostraba un hogar que suponía
feliz para después del altar.
Agarré tu mano con las mías
dejando un interrogante volar:
¿podríamos soñar el mismo sueño
aquella tarde frente a un canal?
Seguimos recorriendo cada calle
entre casas pintadas de postal.
Tú mirabas el lago y soñabas.
Yo soñaba con la felicidad.
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