No somos nada
si no nos sentamos
en una terraza
tomando una caña.
No somos nadie
si no viajamos
a un lugar perdido
de la bella Austria.
No somos nadie
cuando emigramos
pidiendo trabajo
en los Países Bajos.
No somos nada
en Hamburgo, Alemania,
pero aquí decimos:
somos millonarios.
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