Yo fui aquella chica
(que te gustaba)
un verano de hace
mil doscientos años.
Mi piel aún olía
a Nenuco y tenía
la melena más larga
de toda Andalucía.
Bailamos tantas noches
como dos bailarines
que ganaban un sueldo
en cada romería.
Cuando te fuiste fui
a ver tu despedida
arrastrando maletas
y olvidando las mías.
No esperé llamadas
porque nunca esperaba.
Vinieron otros novios
que borraron tus besos.
Un día arrastré
un vestido al altar
donde otro juraba
amarme sin parar.
Pensé en ti un momento
y dije sí igual
porque el azar no quiso
cruzarnos nunca más.
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