1
Me pintas tan distinta, tan idéntica al reverso que no puedo decirle a tu cuadro: yo soy ésa.
Esas manos no son mías, ni lo es el continente. No reconozco mi risa en los labios que me dejas.
Llenas de oro mi bolso hasta ponerme una mina en la cartera que canta coplas con la calderilla.
No, amor, yo no soy ésa con cara de Mona Lisa. Tampoco soy por la noche el Leonardo que pinta.
2
Mi cielo es tu cielo, y el suyo, y el de ellos. Tantos cielos como infiernos tú y yo estamos viendo.
¿No descubres una nube en el rayo que calienta? Mira, mira, esas gotas que arrastra la corriente.
Allí van en un rosario nadando los padrenuestros de quien ora al que escucha sólo las plegarias verdes.
Van hacia el mar de la nada Donde el cielo es un infierno.
3
Estaba escribiendo un guión idéntico a la fantasía que tienen mis versos.
Llegaste, venciste, te hiciste el dueño de ella hasta convertirla en mujer-juguete.
Mírale el cuerpo. No huele a hembra. Es nada, mi nada, un juego de pobre poeta.
Agarras los folios. Acabas creyendo. No sé si soy Cristo o la Magdalena al verte entregado a mis Evangelios.
Me pides más prosa, más letras, más texto.
4
Buscas y rebuscas y te montas una moto.
Son las ruedas las que corren los más veloces kilómetros, el viento es gasolina, los neumáticos colchones.
Dicen que hueles incienso cuando rugen los motores y aquella que se acerca o es monja o es hombre.
Saltas una autopista porque has visto una paloma. Frenas lamiendo el semáforo rojo fuego, rojo carne, rojo... ¿hombre?
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Feliz 2020!
Hace 5 años