Me miro en el espejo de las olas
saltadas por mis pies descalzos.
¡Más alto! Altísimo.
Mis saltos me levantan.
Viene otra, vuelve el salto,
caen mis pies siempre mojados,
se levanta mi melena
con el viento de la mano...
El mar me está enamorando
con su olor de verdes algas,
las mismas que se enreda
en las uñas de mis manos.
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