Muchas gracias por tu donativo







Compara aquí tus libros

Compara aquí tus libros
Gracias por leer

sábado, 22 de agosto de 2020

Mi Quijote

No sé cuando me vestí
de dulce Dulcinea,
pero sé que te vi
a ti, Quijote tierno,
acercando tus pasos
a mi verde universo.

Bajaste del caballo
tan alto como eras
y fuiste reducido
a casi metro y medio
cuando medí tu cuerpo
con mi cuerpo de cerca.

¿Serías don Quijote?...
Sancho Panza no eras.
Vi tu espada cortando
la hierba dulcemente
mientras casi besaba
mi mano tu aliento.



Quieres regresar a la política
llevándome de escudera
y dejando a Sancho Panza
entre niños con chupetes.

Yo seré la economista
que revolucione el Reino
con las cuentas que no cuadran
por ser cuentas de la vieja.

Reduciré tanto el gasto
como me pidas, mi jefe,
y dejaré en la hucha
del cerdito dos monedas
para tirarlas al aire
con el gesto de la suerte.

Ya casi me imagino
manifestaciones serias
ante el chalé que habito
cuando como tú yo sueño.

Quijote, querido mío,
¿seré yo tu Dulcinea?...
Has encontrado soñando
a la mujer de tus sueños.

Temo, Quijote querido,
que despiertes y me veas
cortando esa espada
con mis dientes de cigüeña.

Traeré a todos los niños
de París que nadie quiere
para vivir como príncipes
en la abundancia eterna.

Quijote, mira mis manos:
no son manos de una Reina.
Son las manos proletarias
que luchan para vencer
las injusticias que tienen.




¿Sigues pensando, Quijote,
en mí para el Ministerio?
¿No irás tras ese Sancho
cuando veas mi gobierno?...

Yo creo que no conoces
a la bella Dulcinea,
la dama que has elegido
para levantar tu Reino.

Loas mucho al monarca,
ves un futuro sin remos,
te sobran tantos políticos
como los cuentan tus dedos.

Me pides un presupuesto
para que no haya pobreza
y se multiplican pobres
sin trabajo y sin nevera.

La Economía se viste
de infinito en el quiero
mientras se vuelve finito
el tengo para los quiero.

Qijote, querido mío,
no quiero ser Dulcinea.
Prefiero el Paleolítico
y al Adán adolescente.

Tu barba casi me aleja
de noches de luna llena
mientras caigo en el sueño
con Adán en mi cabeza.

Quijote, amigo mío,
el amor es muy incierto
cuando yo soy el gobierno
de las cuentas de Hacienda.