1 Ha amado hasta el divorcio impuesto a un Adán creyente, después se fue pidiendo la custodia de Abel, su Abel. Un puñetazo en las nubes le tiró una sentencia de dos hijos, la condenó a la cadena del trabajo, la hizo esclava del salario injusto y los horarios a ella, a Eva. Respondió alargando la sonrisa desde un lunes a un sábado, pintando los labios con pimienta abrazando la pancarta del amor. Respondió prestando manos cenicientas, dejando un sueño en el balcón, subiendo los pies a los tacones, comiendo la ira con salmón. 2 Invitaría a cada visitante a visitar su cueva, le serviría vino, le daría un presente, pondría en cada mano viva una azucena, cantaría la nana de los días alegres. Les diría bajito un único consejo: marchad y alegraros por tener vuestro infierno. El cielo es un calvario con una cruz clavada marcando la rotonda de las felicidades. No dice nada dice, calla callando tanto, sella con sus sonrisas las piedras de su casa. 3 Se asoma a la cueva de su hombre Adán y siente que regresa el aire enamorado. Suspira por su nombre, respira por su casa, encuentra en su despensa lo que en la suya falta. Adán sigue inspirando los bordados que hace cuando arrastra la aguja por la hierba del campo. Le duele tanto amarlo como odia encontrarlo y sentir que levita con su nombre en los labios. 4 Adán, querido Adán, has sido mi veneno, sigues siendo mi mal. Amarte es perder, odiarte es acabar, tenerte y no tenerte es lo mismo e igual. No sé por qué te busco cuando ya acabó nuestra triste función. Tal vez porque en ti hallo inspiración para decir adiós. |
Feliz 2020!
Hace 5 años