Ella era una estrella
con aplausos y toreros
intentando torear
sus noches de luna llena.
Le dio el sí quiero a tres,
al cuarto un tanto quiero
que acabó en divorcio
cuando soñó otro invierno.
Le cantaba a la noche
las coplas de otro tiempo
que oían enamorado
sin escucharlas enteras.
Otro amor aún había
en Italia y a destiempo:
era el que había amado
a la estrella que ella era.