Su hija está muy lejos
y respira aliviada.
No quiere ser la canguro
de dos nietos malcriados
ahora que ha encontrado
la paz en su dulce casa.
Anima a su retoña
y se ríe de sus largos
lamentos de fiel esposa
que aguanta a un macho.
Niña, querría decirle,
yo aguanté a tu padre,
un hombre ahora dulce
gracias a esos achaques
que les quitan a los hombres
el genio mal cabreado.