Rodearon una mesa
con malas conversaciones
las amigas del trabajo
un viernes cuando era noche.
Comían al camarero
haciendo tantas preguntas
sobre carnes y pescados
que el chef estaba loco
escuchando las palabras
de las clientas más gordas.
No le dejaron propina
por esas contestaciones
cuando pidieron la hoja
para las reclamaciones.
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