Su amor era tan fuerte
como las rocas que pueden
con el abrazo del viento
llegado de los desiertos.
Se miraban y callaban
las noches que no durmieron
contando día a día
las fechas para su encierro.
Ella iría a la cárcel
pensando en lo que deja:
cuatro niños que no entienden
el destino en las sentencias.
Él entraría en prisión
mirando para una estrella
que pensó que lo llevaba
al pesebre de los Reyes.
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