Tu abundancia es
una lluvia de dólares,
la música que escuchas,
una chaqueta rota,
la camisa abierta
a los vientos del Norte.
Despertaste un día
acunado en billetes
que olían a banco
como huelen los cerdos
a mierda y a estiércol.
No me extraña que creas
en un mundo muy bello
porque Dios te ha dado
la máquina del dinero.
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