Antes de ser padre de una niña
fue padre de un piel canela,
hijo de aquella mulata
que bailaba sola al verlo.
Recordaba los sollozos
del adiós en sus recuerdos
y se sentía un cobarde
huyendo de una guerra.
Salvó casi cinco décadas
de vida sin un desierto
que llenó con una esposa
y una hija más bella.
La selva aún escondía
a la mulata que fuera
una piel café con leche
sobre su piel color nieve.
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