Da clases de hacer ganchillo
para ganarse la vida
cuando la vejez se acerca
y la juventud es ida.
Con sus dedos va tejiendo
puntos altos, puntos bajos,
le añade nuevos hilos
para hacerlo más fácil.
Las alumnas no aprenden
la magia de los estambres,
pero pagan por las tardes
de conversación radiada.
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